La mano de mi niño señala la desembocadura del Júcar. Y esa llegada del río al mar era una de las cosas que yo recordaba de mi estancia en Cullera, cuando tenía nueve años.
Hemos vuelto unos días más a la costa para que el peque disfrute del mar aunque cambiando de localidad y volviendo a este lugar donde, en su día, pasé un verano maravilloso junto a mi familia. De los seis que fuimos aquella vez, solo repito yo, pero con el peso de varias décadas encima... ¿Dónde quedó aquella niña de nueve años que miraba fascinada hacia el horizonte?
Sigue en tí.
ResponderEliminarGracias por tus palabras!
EliminarAbrazo!
Coincido con Amapola Azzul. Seguro que sigue en ti. Creo que todos nos forjamos al yo de hoy sobre el de ayer, con todo lo que fuimos.
ResponderEliminarbsos!
Bonita reflexión, Rossy.
EliminarAbrazo!