viernes, 23 de diciembre de 2016

Para acabar con Edyy Bellegueule, Édouard Louis

"Nadie de alrededor le daba importancia, pero todo el mundo lo oía. Creo que todo el mundo lo oía porque me acuerdo de la sonrisa de satisfacción que les aparecía en la cara a otros en el patio o en el pasillo, como si les diera gusto ver y oír que el pelirrojo alto y el bajito encorvado hacían justicia y decían lo que todo el mundo pensaba por lo bajo y cuchicheaba al pasar yo, y yo lo oía, Mira, Bellegueule, el maricón."
Algunas lecturas nos hacen sufrir ya desde sus primeras líneas, sobre todo si tenemos en cuenta que se trata de una autobiografía. Y es que la historia que cuenta Édouard Louis deja al descubierto los abusos y las vejaciones sufridos desde que era niño y durante su adolescencia. Y lo hace sin tapujos, sin censura en los episodios más desagradables y violentos.
"Es un elemento en el que no pensamos, el dolor, el cuerpo que de pronto padece, herido, magullado. Pensamos -ante escenas así, quiero decir: visto desde fuera- en la humillación, en la incomprensión, en el miedo, pero no pensamos en el dolor."
Asusta, claro que sí, y plantea dudas sobre cómo se tolera la homosexualidad en zonas rurales, aunque se trate de un país como Francia.
"La huida la viví de entrada como un fracaso, como una resignación. A esa edad, vencer habría supuesto ser como los demás. Lo había intentado todo. [...] Se dice que la huida la dificultan la nostalgia o las personas, factores que nos atan, pero no se habla del desconocimiento de las técnicas para huir. Al principio fui torpe y ridículo."  

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