Lo de leer un cuento antes de dormir se ha convertido, en los últimos meses, en una de esas rutinas inamovibles (creo que solo nos la hemos saltado un día y porque el nene tenia fiebre y se quedó dormido con el libro en la mano antes de empezar...). Me encanta: es de los mejores momentos del día pero... ¿Realmente es necesario leer sus seis libros preferidos toooodos los días? Poco a poco voy consiguiendo que seleccione dos o tres por día de esa torreta que tenemos en la mesilla, pero a base de arduas negociaciones...
Y luego está el otro detalle: repetir siempre -repito- siempre, las mismas palabras que utilicé al leerlo por primera vez. Resultado: agotador. Como se me ocurra saltarme algún detalle o confundir el nombre de alguno de los animales o personajes (cosa que suele pasar porque muchas veces me entra el sueño a mí antes que a él) ya la hemos liado.
Y no nos olvidemos de su participación, claro: repitiendo las palabras que yo digo, tapando imágenes del libro con la mano (o el pie) para jugar al cucu-tras, preguntándome por el nombre de las letras...
Costumbres, rutinas que hacen que ese ratito sea muy especial, a pesar de que algunos días me encuentro tan casada que me gustaría que no se alargase tanto.
Y luego está el otro detalle: repetir siempre -repito- siempre, las mismas palabras que utilicé al leerlo por primera vez. Resultado: agotador. Como se me ocurra saltarme algún detalle o confundir el nombre de alguno de los animales o personajes (cosa que suele pasar porque muchas veces me entra el sueño a mí antes que a él) ya la hemos liado.
Y no nos olvidemos de su participación, claro: repitiendo las palabras que yo digo, tapando imágenes del libro con la mano (o el pie) para jugar al cucu-tras, preguntándome por el nombre de las letras...
Costumbres, rutinas que hacen que ese ratito sea muy especial, a pesar de que algunos días me encuentro tan casada que me gustaría que no se alargase tanto.