Ante todo, lo primero que debo admitir es que la ciudad me ha encantado, a pesar de que algunos de sus edificios son demasiado majestuosos para mi gusto (prefiero las ciudades más "modestas", por así decirlo).
Creo que aprovechamos bien los cuatro días que estuvimos, aunque quedaron algunas cosillas en el tintero, como por ejemplo ir a algún pueblecito de los alrededores. También pensamos en ir en barco hasta Bratislava, pues al parecer sólo se tarda alrededor de una hora y media por el Danubio, pero al final no nos animamos: nos gustó tanto recorrer la ciudad a pie o en tranvía que decidimos descubrir Viena al máximo y dejar esa excursión a Eslovaquia para otra ocasión.
¿Lo peor? Pues un error de cálculo: no se me pasó por la cabeza que U2 está de gira por Europa y allí nos encontramos con que aún quedaban entradas para el día 30. Nosotros volvíamos el 29, así que perdimos la oportunidad de verlos este año, pues a los conciertos de España no podemos ir por el curro.
¿Lo que más nos gustó? Sin duda, el Danubio y el edificio del Ayuntamiento:
El Danubio a su paso por Viena ha sido dividido en tres partes, para evitar las tremendas crecidas: el Danubio en sí, en Nuevo Danubio (regulado por presas) y el Alto Danubio. El primero de ellos tiene una anchura de 300 metros y entre éste y el Nuevo Danubio hay una isla alargada con pistas para pasear, montar en bici, patinar... Lo que es un lujazo, vamos.
En la zona del Alto Danubio es donde están las playas. No fuimos a bañarnos pero sí dimos una vueltecita por allí para ver el ambiente: playero total y sin la incomodidad de la arena!! Eso sí, no sé si de haber llevado bañador me hubiera metido, porque eso del barro al salir...
En cuanto al Ayuntamiento, lo descubrimos el primer día por casualidad, cuando volvíamos hacia el hotel para descansar. Era una de las zonas con más ambiente nocturno, ya que habían instalado una pantalla gigante y en ella emitían un ciclo de cine musical en el que podías ver, dependiendo del día, desde un concierto de la filarmónica de Viena hasta una ópera pasando por jazz. ¡Y gratis! Además, había instalados una especie de chiringuitos donde podías probar todo tipo de comidas, cervezas y un montón de bebidas de frutas que tenían una pinta... tremenda!
Así que entre eso y los "apfelstrudel" de los cafés (unos cafés de principios del siglo XX preciosos, por cierto), me he encontrado con algún que otro kilo de más... Snif!!! Aunque supongo que no soy la única, porque... ¿por qué hay una báscula en cada paseo principal de Viena?
Revoloteando llegué hasta aquí y he de decir que ha sido muy grato encontrarte, tienes un blog maravilloso, enhorabuena !!
ResponderEliminarLo enlazo para volver a visitarte..
Un Besoteeee
Sgroya
No sé porqué pero la actualización esta tuya no me ha aparecido en la lista de blogs hasta hoy O_o
ResponderEliminarBueno, da igual xD. Me alegro mucho de que te haya gustado Viena. Tomo nota. Muy curioso lo de las básculas. Aquí también había, lo recuerdo de cuando era muy muy pequeña, que había en algunas calles del centro. Echabas veinte duros y te pesabas. Poco a poco eso fue desapareciendo y no sé porque estaría, la verdad. Es muy curioso.
¡Abrazos!
Q chulada chica... una compi mí estuvo este verano y dice q alucinó...me alegro q a ti tb te gustase.
ResponderEliminarQ tengas una feliz semani, un abarzo bien grande!
Caramba, yo he estado en Viena por motivos de trabajo y tus descripciones son magníficas. Te felicito.
ResponderEliminarQué bonita tu entrada. Me encantaría hacer ese viaje. Merece la pena coger unos kilos si van acompañados de una buena estancia.Besos.
ResponderEliminarTe dejo un abrazo y q tengas una feliz semani!
ResponderEliminarHola
ResponderEliminarme recuerda mucho a Praga y es que seguramente son muy parecidad no??
muy buena entrada y genial tu blog
estaremos en contacto
saludos