Bebés

Bebés es una película original: un recorrido por la vida de cuatro recién nacidos hasta que son capaces de sostenerse en pie. No es ficción, sino las diferentes maneras de concebir la llegada de un hijo en cuatro lugares muy distintos entre sí: Namibia, Tokio, Mongolia y San Francisco. Dos niñas y dos niños; dos paises sumidos en la pobreza y dos potencias mundiales... Las diferencias no se hacen esperar: la niña estadounidense disfruta de una larga ducha o de un jacuzzi mientras el niño de Mongolia es lavado con la leche materna; el niño de Namibia aprende por sí solo lo que le enseñan a la niña japonesa en una clase de gimnasia para bebés; una habitación repleta de juguetes y libros infantiles frente a los animales de una granja, las piedras... Todo un ejercicio de reflexión, la verdad, pero visto desde la objetividad de una cámara que está ahí para recoger la vida cotidiana de los niños. Sin embargo, pese a esa objetividad, no se pueden evitar sentir preferencias hacia uno u otro niño.

En mi caso, me he decantando por los dos aparentemente más desfavorecidos y, en concreto, por Ponijao, el niño namibio. ¿Por qué? Por sus sonrisas, por la felicidad que transmite... Curioso, ¿no? Un claro ejemplo de que el materialismo que se nos ha impuesto no es tan indispensable como nos quieren hacer creer.