"Quiéreme cuando menos me lo merezca,
porque será cuando más lo necesite"
Dr. Jekyll
En la línea de las ideas del pediatra Carlos González, este libro reflexiona sobre la forma de educar y criar a los niños desde el respeto y la empatía. Supongo que muchas veces se nos olvida que por ser pequeños no dejan de ser personas a las que deberíamos tratar con la misma consideración que a los adultos. Me han resultado interesantes muchas de sus reflexiones y su punto de vista, pero sobre todo me ha gustado la forma en que trata las rabietas.
En mi trabajo siempre he intentado mantener la calma ante una situación de "ira" adolescente: ponerse al mismo nivel suele agravar el problema. Cuanto mayores sean los gritos y el enfado, mayor tranquilidad, al menos a mí es lo que me funciona. Ya habrá tiempo para discutir el problema y, si procede, sancionar la conducta. Que el niño tenga dos años no tiene por qué cambiar las cosas, ¿no?
Mi niño no tiene demasiadas rabietas pero "haberlas hailas" y, desafortunadamente, he probado con diferentes actitudes: ignorarlo y sentirme fatal por oírle llorar sin consuelo (no aguanté mucho); gritarle porque yo también estaba nerviosa (no me siento orgullosa, pero he de admitirlo) y la última, la más efectiva y con la que me siento más cómoda: intentar entender su enfado, hacérselo saber y ofrecerle alternativas en vez de negar.
He de reconocer que no siempre es fácil mantener la calma, pero da resultado y al final eso es lo que importa.
Empatía, respeto... Me gustan esas palabras cuando se habla de los niños...
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Reto 25 españoles: 4º
En mi trabajo siempre he intentado mantener la calma ante una situación de "ira" adolescente: ponerse al mismo nivel suele agravar el problema. Cuanto mayores sean los gritos y el enfado, mayor tranquilidad, al menos a mí es lo que me funciona. Ya habrá tiempo para discutir el problema y, si procede, sancionar la conducta. Que el niño tenga dos años no tiene por qué cambiar las cosas, ¿no?
Mi niño no tiene demasiadas rabietas pero "haberlas hailas" y, desafortunadamente, he probado con diferentes actitudes: ignorarlo y sentirme fatal por oírle llorar sin consuelo (no aguanté mucho); gritarle porque yo también estaba nerviosa (no me siento orgullosa, pero he de admitirlo) y la última, la más efectiva y con la que me siento más cómoda: intentar entender su enfado, hacérselo saber y ofrecerle alternativas en vez de negar.
He de reconocer que no siempre es fácil mantener la calma, pero da resultado y al final eso es lo que importa.
Empatía, respeto... Me gustan esas palabras cuando se habla de los niños...
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Reto 25 españoles: 4º
A mí también me gustan esas palabras siempre, y más aún cuando se habla de niños, que muchas veces los tratamos como si fueran tontos, y desde luego que son personas y como tal debemos respetarlos.
ResponderEliminarNo conozco el libro. Supongo que me ha pillado tarde porque mis hijos son algo más mayores.
Besos.
Sí, me parece que los tuyos ya son mayores para estas cosas... ;)
ResponderEliminarAbrazo!